Estudio de fotografía


Cuando Anna Marshinova llegó al estudio de fotografía, había dejado de sentir sus pies hace tiempo. Los tacones y el frio la estaban matando, y mientras buscaba el pase que le pedía la recepcionista, vió varios mensajes sin leer y llamadas perdidas en su movil.

No tenía tiempo. Subió de dos en dos las escaleras y llego sin aire al piso superior, donde un equipo de estilistas, maquilladores y ayudantes empezaron a desvestirla sin cruzar ni un "Buenos días" con ella. Cuando Martín Shroeder, el fotógrafo, llego una hora tarde, Anna llevaba ya un buen rato vestida con un enorme abrigo color azul klein, un cinturón-corpiño que le impedía recuperar el aliento perdido después de la carrera hasta allí, y unas plataformas que hacían suplicar a sus pies el regreso a sus tacones habituales.

Pintada como una muñeca, y con el pelo recogido en un peinado estrambótico, de repente alguien le susurró al oido "Hola, nena. Pon morritos y posa para mí".

Martín ya estaba preparado, y ella empezó a ser otra.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Este es uno de mis favoritos...no se por que me recuerda a la serie de cosmopolitan...Beautiful people