Ellen


Cuando Ellen la llamó, su corazón dio un vuelco. Mientras la escuchaba hablar, notó como un nudo se le formaba en el estómago, a la vez que ella retorcía el cable del teléfono.¿Cómo la había encontrado? ¿Cómo sabía de su existencia?

Ella había cambiado de vida, ya no era la misma.

Ya no frecuentaba antros ni garitos de mala muerte, ya no recordaba los apodos de los narcos de la ciudad, ya no tenía memorizadas las líneas de metro que llevaban a los habituales puntos de encuentro. Ahora era distinto, no quería volver a una época de su vida que pasó huyendo de todo, escondiéndose de las personas que intentaban ayudarla, corriendo mientras se sentía perseguida. Aún así, accedió a quedar con ella.

Fue en un bar del Village. A mediodía, cuando el Sol está más alto y no hay ninguna posibilidad de sombra. Ella sabía lo peligrosa que era Ellen en la oscuridad.

Mientras esperaba sentada al lado de la ventana, miraba nerviosa a la calle,  esperándola. De pronto, vislumbró una figura que entraba por la esquina, al otro lado de la acera. Vestida de negro, con elegancia: unos tacones altísimos y un gran chal que contrastaban con un falso pelirrojo color caoba, seguramente de reciente adquisición. Y tambaleándose, como siempre. Era probablemente la mujer más inestable del mundo, en todos los sentidos de la palabra.

La abrazó efusivamente y se sentó, tirando un gran bolso sobre la silla de a lado.

-      - ¡Jenny! Vaya, si que has cambiado- dijo mientras le acariciaba un mechón de pelo que ella se apresuró en recuperar-

-      - ¿Qué quieres, Ellen?- preguntó a bocajarro, intentando disimular que el pie le temblaba debajo de la mesa-.

-      - ¡Cuanta amabilidad para una vieja amiga, Jenny! No me lo esperaba de ti, siempre fuiste tan dulce… por eso te adoraban todos los chicos- y dibujó su sonrisa más socarrona mientras continuaba. –sólo necesito un pequeño favor. Es importante, sino no te lo pediría, se que estas rehabilitada.

-      - Ya no me muevo por esos ambientes, Ellen, no quiero saber nada- y cuando se disponía a levantarse, Ellen la agarró enérgicamente del brazo y la forzó a sentarse otra vez, manteniendo siempre en los labios una adorable y terriblemente falsa sonrisa-.

-       - Es importante, Jenny: tienes que encontrar a Klaus.

Y en ese momento, un escalofrío recorrió su espina dorsal, y sintió como el pasado la alcanzaba sin que ella pudiese hacer nada para evitarlo.