Ojos azules


– No entiendo que te pasa conmigo últimamente.– dijo Adrien, y se quedó mirándome mientras yo estaba sentada en la mesa de la cocina, con los pies descalzos sobre las baldosas del suelo. Era diciembre, y el suelo estaba muy frío, pero yo estaba demasiado concentrada mojando la galleta en la leche, sacándola una y otra vez, hasta que se rompió. Entonces le miré, y allí estaba otra vez, su mirada.

– Es que me he dado cuenta de que no sé qué hago contigo. Porque yo te quiero, de verdad que sí, pero ¿de que me sirve estar enamorada de un fantasma? Nunca estás, siempre de juerga por ahí, emborrachándote hasta acabar tirado en el portal donde te encuentro por las mañanas. Y cuando estas, ¿para qué? ¿para follar y ya está? No puedo quedarme aquí esperándote siempre, con cara de esposa del soldado. Yo no soy así, … no lo era hasta que te conocí…

– Oye, ¿pero a ti que te pasa? ¿Te ha dado una ida de olla de las tuyas?

– … no, si lo peor es que es culpa mía. Me dejé llevar. Siempre me pasa con la gente con ojos azules. Me ciegan y no me dejan ver a la persona que hay detrás. Estúpida mirada profunda…

1 comentario:

marta dijo...

Ay, estos ojos...¡debería probar a tratar con la gente con los ojos vendados! :)
Un beso MUYGRANDE.